La sectorización en Unidades de Convivencia o grupos de residentes, la AICP o la falta de ventilación en ascensores y salas de estar son factores que influyen en el riesgo de contagio de Covid19 en las residencias navarras.

El pasado viernes 25 de febrero se presentaron en el centro CIVICAN de Pamplona los resultados y principales conclusiones del proyecto desarrollado por Foro Qpea, la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Navarra y ASBAR – IDEA durante 2020 y 2021, que había sido financiado por Fundación Caja Navarra y Fundación la Caixa en la convocatoria Navarra Solidaria 2020.

 

NavarraSolidaria 2020

 

El proyecto titulado “NUEVOS PARÁMETROS AMBIENTALES Y ARQUITECTÓNICOS EN EL DISEÑO DE LAS RESIDENCIAS DE PERSONAS MAYORES, PARA LA PREVENCIÓN DEL IMPACTO BIOPSICOSOCIAL DE LAS ENFERMEDADES RESPIRATORIAS (INFLUENZA, SARS Y COVID-19)“ ha llevado a cabo un estudio de metodología mixta en las residencias navarras. Para ello se realizó un amplio cuestionario diseñado ad hoc que se envió a los centros; se desarrollaron focus groups con un grupo de residencias que cumplían con los criterios de inclusión; y se monitorizaron las condiciones ambientales (CO2, temperatura, humedad, concentración de microorganismos, etc.) en centros representativos de las diferentes tipologías de residencias. Todo ello apoyado en datos facilitados por Gobierno de Navarra sobre la incidencia y mortalidad registrada en las residencias de la Comunidad Foral a lo largo de toda la pandemia.

Se trata del primer estudio de estas características que se realiza en España y que respalda científicamente algunas de las conclusiones que se habían generado en torno a las residencias desde que empezó la pandemia.

El equipo investigador ha estado formado por:

  • Foro Qpea: Pilar Suárez, Inés Aztarain y Rafael Sánchez-Ostiz.
  • ASBAR-IDEA: Nuria Garro.
  • Universidad de Navarra: Ana Sánchez-Ostiz, Menchu Larráyoz, Dolores López, Aurora Monge, Purificación González, Ana Isabel Vitas y Juan Echeverría.

Entre los resultados de este proyecto destaca que la falta de sectorización en grupos de residentes o Unidades de Convivencia, el uso intensivo de ascensores (que carecen de sistemas de ventilación), el porcentaje de habitaciones dobles o la envolvente térmica de los edificios son factores que influyen en el aumento del riesgo de contagio por Covid19 y otras enfermedades respiratorias en las residencias. “La mayoría de las residencias tiene plantas de habitaciones separadas de las zonas comunes, por lo que no se pueden crear grupos burbuja”, exponen. “Del mismo modo, los ascensores, la falta de independencia entre circuitos Covid y no Covid, el mayor porcentaje de habitaciones dobles y baños compartidos, la unión de comedor y sala de estar o el tipo de ventilación y su efectividad aumentan el riesgo de contagio. Hemos comprobado también que estos factores están más presentes en las residencias más antiguas”.

De ahí que una de las propuestas de este estudio para garantizar el confort en las residencias sea la de “instalar medidores de CO2, que resulta ser una medida muy útil y relativamente barata y nos permite determinar cuándo es realmente necesaria la ventilación sin poner en riesgo el bienestar, la salud y la calidad de vida de los residentes”, explican las investigadoras.

Asimismo, el estudio subraya que la aplicación del modelo AICP en la organización y gestión del centro, en la atención y cuidado de las personas y en la organización de actividades cotidianas, pueden actuar como factores preventivos frente al contagio y al mismo tiempo garantizar una mejor adaptación de los centros y las personas a las consecuencias derivadas de la Covid19. Se ha comprobado que la aplicación de este enfoque puede disminuir el riesgo de impacto biopsicosocial de la enfermedad en las personas residentes y también prevenir el burnout en profesionales. Un dato relevante que aporta este estudio ha sido también el de que las personas autónomas son las que más deterioro biopsicosocial han sufrido al haber visto disminuida la atención y cuidados que recibían y la eliminación de actividades que para ellas eran significativas. También ha evidenciado el sobreesfuerzo y desgaste que han sufrido los equipos profesionales, acentuado en aquellos que voluntariamente trabajaron en exclusividad en la zona Covid de los centros.

El equipo investigador ha hecho hincapié también en la escasa digitalización del sector y la probable desactualización de los planes de contingencia que se elaboraron al inicio de la pandemia y que en estos momentos requerirían una revisión y readaptación importante, a la luz de lo aprendido a lo largo de las diferentes olas. La falta de digitalización ha demostrado también ser un factor negativo que dificulta la comunicación de los residentes con las familias y su entorno significativo.

“Aunque la investigación se haya llevado a cabo en Navarra, los resultados son fácilmente extrapolables al resto de residencias del país y pueden ser un buen punto de partida para prevenir y controlar futuras pandemias relacionadas con virus respiratorios”, declara Ana Sánchez-Ostiz, catedrática de construcción de la Universidad de Navarra e investigadora principal del proyecto. Además, explica que, entre las conclusiones generales, se destaca el papel del personal y de los gestores de las residencias: “Es de justicia poner en valor el gran esfuerzo que han realizado durante estos dos años, profesionales y residentes, y que ha permanecido invisible para los medios de comunicación”.

Como dato destacable y una de las conclusiones de este estudio, el Centro Sociosanitario Bidealde de Cizur Menor, primer centro del país construido con estándares Passivhaus, ha mostrado los mejores registros en cuanto a ventilación y calidad ambiental, por lo que se demuestra que este tipo de construcción previene la trasmisión de enfermedades respiratorias y mejora la calidad del aire, siendo un factor clave en la incidencia y evolución de la Covid19 en residencias.

PROPUESTAS PARA LA PREVENCIÓN Y ACTUACIÓN ANTE FUTURAS PANDEMIAS

Desde el punto de vista del diseño arquitectónico, los investigadores proponen que cada residencia realice un Plan de Adaptación del edificio que cumpla con criterios como: organizar el centro en Unidades de Convivencia (en el caso de que no las haya), que puedan servir como unidades de aislamiento en caso de pandemia;  aumentar el número de habitaciones individuales; prever un plan de reformas por fases que incluya la instalación de al menos dos ascensores, dos escaleras y dos circuitos independientes diseñados con los estándares actuales (anchuras, ventilación, iluminación, etc.).

En este Plan de Adaptación, los investigadores también sugieren la rehabilitación de la envolvente térmica del edificio -cubiertas, fachadas y ventanas- y dotar de sistemas de protección solar, mejorar la regulación y el control de la calefacción, así como instalar en todas las residencias medidores de CO2. “Para ello, es necesario que las administraciones públicas se involucren y creen programas específicos de ayudas económicas para las residencias para emprender las obras de rehabilitación energética, de accesibilidad y criterios arquitectónicos que puedan prevenir la transmisión de la Covid. Se trata de que el Gobierno de Navarra en este caso ponga en marcha programas similares a los que ya existen para la rehabilitación de viviendas”.

Los investigadores sugieren un plan en el que se contemplen tres escenarios de actuación protocolizados. “El primero, para atender los casos en los que exista un brote puntual, el segundo en el que haya un brote controlado en una unidad Covid estanca, y un tercero en el que el brote no esté controlado y sea necesario derivarlo a recursos intermedios y hospitales con los que exista una coordinación previa”. Este protocolo contempla medidas de actuación como el control de accesos, distancia de seguridad, tiempos de usos o turnos en estancias comunes, etc.; y otros específicos de ventilación, visitas, usos de espacios de los trabajadores, implantación de mejoras y cambios que han funcionado en la gestión de la Covid y la formación a profesionales en este plan de contingencia.

Desde el punto de vista biopsicosocial, el estudio propone la implantación de la AICP como modelo de trabajo necesario para la prevención del burnout, la mejora de la calidad de vida y bienestar de las personas residentes, la creación de equipos de trabajo interdisciplinares y la digitalización de los procesos asistenciales.